PONENCIA ARVA
ALCHOHOL Y TRABAJO A.R.V.A. VALLADOLID 3 DE ABRIL DE 2016
Mi nombre es Javier, tengo 43 años, más de cuatro de ellos en abstinencia alcohólica, exactamente el tiempo que marca mi presencia en ARVA y el día de hoy. Mi primer contacto cdon el alcohol lo tuve cuando tenia 15 años aproximadamente, con tener contacto quiero decir, experimentar mis primeras borracheras, pues desde niño, iba con mi padre a la viña, a la bodega, donde hacíamos vino para el consumo de casa.
Mis compañeros de ARVA me ceden generosamente esta magnífica tribuna para que ME APROVECHE del tema que nos ocupa : ALCOHOL Y TRABAJO. Entre los colectivos profesionales que poblamos las Asociaciones de Alcohólicos Rehabilitados, es frecuente, - y no siempre por razones obvias-, la presencia de profesionales de la hostelería y la restauración.
En la dispesación de vinos y alcoholes, el manejo, trasiego y servicio de los mismos, puede valer a los no iniciados como pretexto para justificar los excesos de consumo y como causa de su enfermedad alcohólica.
Pero surgen nuevas figuras profesionales en estrecha relación con los alcoholes. Las del bodeguero, catador, enólogo, empleado de vinacoteca, etc. Colectivo aún de pequeño espectro QUE CRECE FUNDAMENTALMENTE EN NUNESTRA AUTONOMÍA Y AREA DE INFLUENCIA, con SEIS Denominaciones de Origen y un minifundio viticultor y bodeguero importante.
En esta tesitura voy a plantearos mis cuitas profesionales y de enfermo.
*¿Será mi trayectoria de rehabilitación excluida por cuanto se me "exige" mi consumo profesional?. ¿O se me justificará?
*¿Puedo pretender que mi enfermedad, ahora SDA (Síndrome de Dependencia Alcohólica) según dice la OMS, se convierta en enfermedad profesional.? Estaría bien. Sería el primero.
Y ahora continuo con el relato. Quiero relato. Quiero reconocer como pórtico a esta ponencia que el lugar donde pasé toda mi infancia y, donde actualmente tengo mi puesto de trrabajo, es tierra de elaboración de grandes vinos. Desde niño aprendí a apreciar, defender y valorar la cultura del vino. Siendo aun menor de edad, mi padre enfermó y falleció, adquirí, sin darme cuenta, bastante responsabilidad en casa, había que ayudar más en todo. En el pueblo seguí con la elaboración del vino y con los cuidados en la viña.
La situación no era fácil, esa libertad no la supe gestionar bie, empecé a beber intensamente, siempre los fines de semana. Cuando teníamos esas meriendas de amigos.
Dejé el instituto, no estaba centrado en lo que quería hacer con mi vida, y me puse a trabajar con uno de mis hermanos mayores, en su carpintería. Época de indecisiones e inmadurez lógicas.
Ahora, con dinero en el bolsillo, estaba deseando que llegara el fin de semana, para quedar con los amigos, merendar y salir por ahí, bàsicamente a beber. Seguía atendiendo la bodega y la viña, los fines de semana, era como un hobby.
Sin darnos cuenta estábamos creando una empresa para elaborar vinos. Una oportunidad que se presentaba, y era de locos dejarla escapar. Conocidos de mi otro hermano mayor, y grandes empresarios, probaron el vino y decidieron sumarse a esta aventura de elaborar vinos de gran calidad. Me volqué de lleno en el proyecto y mi función era sencilla, seguir haciendo lo que, hacia los fines de semana, solo que con más dedicación y un volumen mayor.
Como veis lo lúdico se estaba convirtiendo en algo empresarial. Para mí era una buena salida laboral, trabajar en algo que me gustaba tanto.
Entre tanto me casé y tuvimos familia, una niña, que hoy ya tiene diez años.
Dejé de trabajar en la carpintería, pues la bodega cada vez exigía más dedicación, debido al aumento de la producción. Había pasado de ser un empleado en un taller de carpintería a un pequeño empresario, pues participaba en el accionariado de la bodega además de mis funciones como trabajador, que eran únicamente las de la elaboración del vino, pues para temas contables, gestión y comercialización había otras personas.
Empezamos a sacar los primeros vinos, ir a las primeras ferias, y obtener los primeros reconocimientos internacionales, por los vinos que ibamos elaborando.
Crecía en cuanto a trabajo, pro mi problema no terminaba de controlarlo. En la bodega no solía beber, al estar solo y con tanto trabajo, ni me daba cuenta de que tenía entre mis manos un buen vino que llevarme a la boca, pero siempre había una visita en la que tenía que abrir alguna botella; y claro, bebíamos, y luego lo de siempre a casa en mal estado a favorecer discusiones familiares .....
En cuanto al negocio, mi cometido que era de puertas para adentro iba fenomenal, y mis episodios con la bebida casi nunca afectaban de lleno a la bodega pues casi siempre se daban a última hora, fuera del puesto de trabajo, aunque sí es cierto que muchas veces se iniciaban allí.
Con la cisis económica y de consumo hubo muchos cambios en la bodega. Los socios dejaron de aportar económicamente, lo que ayudó a empeorar aún más la situación. Se tuvo que prescindir de intermediarios en la gestión y en la comercialización de la empresa, para ahorrar costes. Como yo era el único que vivía de esto directamente, aun me cargue con más trabajo, kpues era eso o perder todo lo aportado y yo ya lo daba por perdido, pero al banco había que pagarle. La única salida era seguir y hacer funcionar aquello como fuera, ya sin recursos económicos. Pero como todo en la vida, no es suficiente queres para que se consigan los objetivos, y ahora que me quedaba prácticamente solo en la gestión de la bodega.
En una de esas vueltas a casa desde el trabajo, en esos 110 km entre ida y vuelta, que había hecho mil veces, tuve un accidente de tráfico, afortunadamente sin daños a terceros. Habia tenido visita por la mañana en la bodega, y como se abrieron botellas, bebimos. La visita se fue, pero yo seguí bebiendo en el bar. Fue muy grave, acabé en el hospital oerándome de urgencia.
Todo parecía torcerse, en casa, en el trabajo .... En este, todos me miraban a mí, pues era el único trabajador, pero no era el único responsable de que existiera una crisis mundial, y tampoco de nuestra crisis particular, pues lo mío era la elaboración, no salir a vender, cobrar, y hacer una infinidad de documentos, papeles, etc .... que conlleva la gestión de este negocio, pues mi cometido no era ese.
Todo, cada vez iba peor en la bodega, el ambiente lúdico-empresarial que teníamos al principio desapareció para convertirse en culpas àra uno y otro lado.
A los 6 meses del accidente, otro episodio familiar, estando bebido me hizo tocar fondo y mi mujer me llevo a Arva, la asociación a la que pertenezco desde entonces. De esto ya hace más de cuatro años.
Primeramente, quise mantenerlo en secreto, pues en unos días estaría, bien y vuelta a la rutina. Pero enseguida se supo en todo mi entorno, familiar y laboral, debo añadir que no me agradó mucho.
En casa hubo un cierto relajamiento, pues por fin había reconocido que tenía un problema.
Pero en el trabajo ahora sí que estaba realmente hundido, era un alcohólico y lo que tanto me gustaba ya no lo podría volver a hacer jamás. Estaba sin fuerzas para seguir con el trabajo.
ARVA me dio ese aliento que estaba perdiendo y retomé todo, todo lo que yo solía hacer de puertas para adentro en la bodega. Sin darme cuenta, me cargué con todo el peso de la empresa. De no tocar ningún papel ni hablar con ningún cliente, me vi solo haciendo todo esto y mucho más: acudindo a bancos; tratando con proveedores; dando explicacones a los socios en las juntas, de todo lo que había ocurrido y el por qué .
Con esta enfermedad y dedicándose uno a trabajar en este mundo, era muy importante para mí, que no se supiera en el entorno laboral, mas allá de los socios. Pues el rechazo sería casi seguro, por parte de este sector, o al menos eso era lo que yo pensaba.
Tuve que apoyarme más, en la persona que me asesoraba enológicamente, en la elaboración, siempre asistiendo a los actos o catas que surgieran, conmigo, pues yo no podía realizar ciertas tareas como las de probar y evaluar vinos etc ... por mi enfermedad.
Pero claro no siempre uno va acompañado. En una visita a una bodega con la que habitualmente colaboramos, iba yo solo, y como es habitual en este tipo de situaciones, quisieron aprovechar la visita para probar los vinos que estaban elaborando en aquel momento y opinar sobre ellos. Entonces no me quedó más opción que contar mi problema ante tal situación.
La persona con la que estaba tratando se quedó asombrada de cómo podía sobre llevar la situación siendo capaz de decir no .... Acabamos dedicando el 90 % de la reunión al tema de esta enfermedad, pues se daba la casuallidad de que este empresario tenía en su plantilla un empleado que también tenía el mismo problema que el mío, y era muy buen trabajador, lo que le tenía, aún más desconcertado, y sin saber que hacer.
Me pidió todo tipo d información, y pudimos sacar conclusiones muy interesantes, de cómo una enfermedad así, puede dejarte fuera de juego, y también como con una buena ayuda se puede seguir atendiendo un negocio de estas características.
Hoy en cuanto a mi situación laboral, mi carga de trabajo es mucho mayor y con más responsabilidad, la llevo a cabo como una persona totalmente normal, conociendo mis limitaciones. Creo que hay que dar una oportunidad a todos los trabajadores que tengan esta enfermedad del alcoholismo, la oportunidad de la rehabilitación, antes de tomar una decisión precipitada, pues hay muchas asociaciones, integradas por personas muy preparadas para tal cometido.
En definitiva, y para acabar con esta historia, quiero añadir que entrar en Arva y formar parte de la aociación, me permitió afrontar ciertas situaciones de una forma muy distinta a como lo había hecho hasta el momento. Tengo, como bien nacido, un importante capítulo de agradecimientos en la mochila de mi rehabilitación. Agradecido a mi mujer por llevarme a Arva y no tirar la toalla, a mi madre, a mis hermanos y a mis hermanas por estar siempre ahí, y muy especialmente a todos los compañeros de todas las asociaciones que con su colaboración ayudan a tantas personas que lo necesitan para vivir. GRACIAS ...
MUCHAS GRACIAS POR VUESTRA ATENCIÓN